Todos sabemos que el consumo excesivo de alcohol causa muchos problemas a diferentes niveles: problemas físicos, emocionales, familiares, etc.
Los efectos del alcohol en el cuerpo humano son diversos, según el volumen de consumo que efectuemos y el tiempo invertido. Por ello, las dos variables, cantidad y tiempo, son claves para establecer un pronóstico de los posibles daños sufridos por nuestro organismo con la ingesta de alcohol.
El alcohol, es una droga psicoactiva muy potente y con un número elevado de efectos secundarios incluso también terciarios, que puede influir de manera más o menos grave a nuestro organismo. Las circunstancias y también la cantidad del consumo juegan un papel definitivo en el momento de poder valorar la duración y gravedad de la intoxicación.
Si consumimos alcohol después de una gran comida, es menos probable que se produzcan signos visibles de intoxicación que con el estómago vacío. La hidratación también es muy importante, sobre todo al determinar la duración de las resacas o periodos posteriores a la ingesta de alcohol.
Un consumo exagerado te puede llevar a la somnolencia y a la inconsciencia, y ya si llegamos a niveles extremos de consumo pueden llevar a un envenenamiento por alcohol y a la muerte por parada cardio-respiratoria. También la muerte puede llegar por asfixia si el vómito, un resultado frecuente de la ingesta excesiva, obstruye la tráquea y el individuo está demasiado ebrio para responder. Una respuesta apropiada de primeros auxilios a una persona inconsciente y ebria es ponerla en posición de recuperación hasta que alcance el estado de sobriedad.
El alcohol tiene un efecto doble sobre el organismo porque sus efectos cambian desde la ingesta inicial a la ingesta posterior e incluso después. Las membranas celulares son permeables al alcohol, así que una vez que el alcohol está en la sangre, se puede esparcir en casi todos los tejidos del cuerpo con mucha velocidad.
Al principio, produce sensaciones de relajación y alegría, es una de las cualidades simpáticas del producto, sobre todo cuando bebemos en un entorno social adecuado de relajación y fiesta, pero el consumo posterior puede llevar a tener una visión borrosa o distorsionada y problemas de coordinación. Altera la percepción de las cosas.
También provoca que las meninges pierdan agua y por tanto aparezca el dolor de cabeza. El alcohol disminuye los niveles de vitamina B1 y de la Tiamina del interior del organismo. En nuestro sistema nervioso el alcohol provoca muchos problemas, ya que es una sustancia tóxica que invade nuestro cerebro.
Cuando el alcohol llega a la sangre, algo que suele ocurrir a partir de los 30 minutos de la ingesta, se produce una disminución de los azúcares presentes en la sangre que provoca después una sensación de agotamiento y cansancio. Esto es porque el alcohol hace que la transformación de glucógeno en glucosa sea más rápida y la eliminación de la glucosa se acelera y provoca dicha sensación.
La mayoría de las personas no suelen darle la importancia que merece a los problemas físicos que acarrea la adicción al alcohol, o piensan que en el momento en el que aparezcan podrán dejar de beber sin problema, pero la realidad es muy diferente.
Es cierto que cuanta más cantidad de alcohol y durante más tiempo se haya consumido, mas problemas tendrá la persona y mas graves serán.
Los problemas físicos más habituales del abuso del alcohol son la cirrosis hepática o el Síndrome de Korsakoff, estos se suelen producir cuando se lleva bebiendo muchos años, alrededor de 15 o 20 años, pero hay que tener en cuenta que antes de que se presenten, el consumo de alcohol hace años que ha provocado problemas en esos órganos.
¿Por qué se producen estos daños físicos? Pues por una parte hay que hacer mención al efecto irritante que tiene el alcohol en todas las partes del cuerpo, y por otros la falta de alimentación que sufren muchas personas adictas. La mayoría están desnutridas, no poseen las vitaminas necesarias en nuestro organismo.
Por el consumo del alcohol se producen ciertas enfermedades de este sistema nervioso, como por ejemplo la Enfermedad de Wernicke, la cual afecta a las células del cerebro responsables del pensamiento, la memoria o los sentimientos. Provocan problemas de excitabilidad, desorientación, de memoria e incluso visuales. La buena noticia es que es reversible, con lo cual con una dieta adecuada, vitaminas y evidentemente la abstinencia se puede solucionar.
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