A todos se nos van los ojos detrás de esos apetecibles dulces tan bien expuestos en las pastelerías y panaderías de nuestro entorno, pero son realmente los peores aliados para nuestra salud. No pasa nada por ingerir algún bollo o croissant, pero debemos desterrarlos de nuestra dieta habitual. Deben ser los productos que menos consumamos en nuestra dieta diaria porque crean muchos problemas en nuestro organismo a todos los niveles.

maquina vending bolleria

Ojo con las máquinas vending en nuestro centro de trabajo, que contienen muchos productos de bollería industrial. ¡Hay personas que toman muchos y se están matando literalmente!

El problema surge, precisamente, cuando se abusa de estos productos en la dieta. Las grasas saturadas y los aceites vegetales son responsables de muchos problemas de salud.

A primera vista es muy difícil resistirse, pero debemos conseguirlo. Nuestra salud está en juego. El problema se encuentra en todo lo que esconde la bollería industrial.

Hipertensión, colesterol y también obesidad. Efectos provocados no por el consumo de bollería, sino por su abuso en la dieta. Las grasas saturadas y los aceites vegetales empleados en su elaboración son los grandes responsables de estos problemas.

El sector, mientras tanto, reivindica la calidad de sus productos. Por eso, no comprenden la cruzada iniciada contra este tipo de alimentos. Su posible prohibición en los colegios por parte de Sanidad no les ha gustado. Sobre todo, por cómo se ha hecho.

La clave, en el caso de los niños, pasa por el consumo responsable. Tarea donde los padres juegan un papel fundamental. Todo en exceso puede ser malo para la salud, pero con moderación no tiene por qué provocar problemas y el consumo de bollería, tampoco. Aunque siempre es mejor evitarlos. Y más si sabemos de las virtudes de la fruta y de los productos frescos, para que consumir productos que no aportan salud.
Bajo el nombre de «grasas vegetales» pueden esconderse grasas saturadas, cuyo exceso contribuye al aumento de los niveles de colesterol en sangre.

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Palmeras, bollos rellenos de crema, chocolate, etc. Todos ellos presentan, además de un buen número de calorías, grasas vegetales y grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas, cuyo exceso puede perjudicar la salud cardiovascular.
Por ello, a la hora de adquirir un alimento es importante conocer su composición. Conviene saber interpretar el etiquetado nutricional y así elegir con criterio un producto u otro. En el caso de la bollería industrial resulta interesante poner especial atención en el tipo de grasa que se emplea en su elaboración, además de conocer los efectos que éstas pueden tener sobre nuestra salud.

Las grasas hidrogenadas se emplean con frecuencia en la elaboración de productos como aperitivos salados (palomitas, patatas fritas…), productos precocinados (empanadillas, croquetas, canelones, pizza…), galletas y bollería industrial.

Los fabricantes emplean grasas hidrogenadas por su bajo coste y porque los productos elaborados con ellas pueden permanecer durante más tiempo en las estanterías de los supermercados, ya que éstas tardan más en enranciarse. Sin embargo no todo son ventajas, ya que las grasas hidrogenadas se comportan en el organismo como grasa saturada, la llamada «grasa mala» cuyo exceso contribuye a aumentar los niveles de colesterol y triglicéridos sanguíneos.

El consumidor puede encontrarse con un problema a la hora de interpretar el etiquetado nutricional de un producto de bollería o de cualquier otro alimento, ya que los fabricantes no siempre especifican el tipo de grasa que emplean. En muchas ocasiones se limitan a indicar entre los ingredientes el término «grasas o aceites vegetales», lo que puede confundir al comprador, pues éste relaciona este término con el aceite de oliva o girasol, ambos con propiedades beneficiosas para la salud. La realidad es que si no se especifica el tipo de grasa que se emplea y sólo aparece el mensaje «grasas o aceites vegetales», lo más probable es que se hayan utilizado aceites de coco y de palma, de origen vegetal pero ricos en grasas saturadas, cuyo exceso puede perjudicar la salud cardiovascular.

Si se han empleado aceites vegetales como aceite de oliva, girasol, maíz, etc., el fabricante incluye su nombre dentro de la lista de ingredientes, pues el comprador sabe que su consumo es beneficioso y por tanto, son un valor añadido para el producto.

Las «grasas vegetales» y las hidrogenadas y parcialmente hidrogenadas, son las más frecuentes en los productos de bollería industrial. Por tanto, conviene no abusar del consumo de este tipo de alimentos e intentar sustituirlos por otros productos de bollería o repostería preparados en casa, que aunque también presentan un importante contenido calórico, pueden prepararse con grasas saludables como los aceites de oliva o girasol, y pueden incluir ingredientes tan saludables como la fruta o los lácteos.

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Otro efecto muy habitual es la aparición de la celulitis. Y reducir la celulitis no es tarea fácil. Factores tan típicamente femeninos como la acumulación de grasa, la retención de líquidos o los desarreglos hormonales hacen que se instale en nalgas y muslos de mujeres de todos los pesos y tallas, aunque también influyen algunos de nuestros hábitos alimentarios.

La tan temida piel de naranja no es más que una acumulación de grasa, agua y toxinas en el tejido adiposo, un órgano de almacenamiento y secreción que se encuentra repartido en varias partes del cuerpo. Estos nódulos de grasa modifican la apariencia de la superficie de la piel formando los típicos hoyuelos que delatan la celulitis.

¿Qué factores alimentarios influyen para que esto ocurra? El exceso de sal que provoca retención de líquidos y el abuso de grasas y azúcares que favorecen el aumento de peso y la aparición de toxinas.

Siempre podemos encontrar excepciones, pero la mayoría de los alimentos precocinados a parte de aportar muy pocos nutrientes, se caracterizan por un exceso de sal (utilizada en mayor parte como conservante), grasas saturadas y un alto aporte calórico.

Cuando no tenemos tiempo de cocinar es más saludable preparar un bocadillo con pan integral, alguna hortaliza, verdura y proteína que recurrir a los platos preparados. Se suele asociar la comida sana a largas y pesadas elaboraciones pero puedo asegurar que tardo casi lo mismo en tener lista una ensalada completa (con legumbres, frutos secos, cereales etc.) que en calentar una lasaña al microondas.

Lo mismo que con los precocinados ocurre con la comida rápida, también conocida como comida basura, que al aporte extra de sodio, calorías y grasas suma los azúcares simples de los refrescos que suelen acompañar estos menús y que también favorecen el aumento de celulitis.

Si además elegimos refrescos con cafeína o tomamos al día muchos cafés agravaremos el problema ya que al igual que el tabaco produce vasoconstricción, ralentizando la circulación de la sangre y dificultando la oxigenación de los tejidos. Otras bebidas a evitar son las alcohólicas que nos hacen retener líquido y aportan calorías vacías que contribuyen a engordar.

Tampoco podemos olvidarnos de la bollería industrial, o más bien sí ¡Debemos olvidarnos de la bollería industrial! que con su alto contenido en azúcares, grasas hidrogenadas, harinas refinadas y sal, produce todos los efectos negativos de los alimentos anteriores en apenas cuatro bocados. ¿Alguien ha conseguido que un donut le dure más de 30 segundos alguna vez?

Si de verdad queremos acabar con la celulitis hay que reducir al máximo el consumo de todos estos productos, y si finalmente conseguimos eliminarlos al completo de nuestro día a día mucho mejor.