Una mala nutrición es causada por una insuficiencia o exceso de uno o más nutrientes en la dieta. Una persona corre riesgo de malnutrición si la cantidad de energía y nutrientes de la dieta no satisface sus necesidades nutricionales. La obesidad, o sea la acumulación de un exceso de grasa corporal, es una forma grave de malnutrición y ha llegado a constituir un problema de proporciones epidémicas en las sociedades ricas de los países industrializados.

El peso excesivo, por culpa de la obesidad, impone una carga extra al corazón y puede causar cardiopatía grave y otros trastornos. Las personas obesas generalmente mueren a menor edad que las de peso normal.

La obesidad puede resultar de un incremento en el tamaño o el número de células adiposas. Al parecer, el número de adipositos en el adulto es determinado principalmente por la cantidad almacenada durante la lactancia y la infancia. Cuando lactantes o niños pequeños son alimentados en exceso, se forman cantidades anormalmente grandes de adipositos. Más tarde en la vida estas células pueden llenarse de un exceso de lípidos o encogerse, pero siempre están presentes. Se piensa que las personas con tales cantidades aumentadas de adipositos son más susceptibles a la obesidad que aquellas que tiene cantidades de normales.

La mayoría de las personas con sobrepeso comen en exceso debido a una combinación de malos hábitos alimentarios y factores psicológicos. Cualesquiera que sean las causas subyacentes, comer excesivamente es la única forma de hacerse obeso. Aunque la retención de líquidos incrementa el peso corporal, no influye en la acumulación de grasa; los excesos de agua pueden reducirse con mayor rapidez y facilidad que los de grasa. Por cada 9.3 Kcal. (kilocaloría) de alimento en exceso ingerido, se almacena 1 gramo de agua (Un alimento en excesos aproximado de 140 cada día durante un mes significa una ganancia de peso de medio kilogramo.).

Dado que muchas personas tiene exceso de peso, las dietas han venido a constituir una industria multimillonaria de dólares que incluye alimentos especiales, formulaciones de complementos, píldoras, libros, clubes, aparatos para adelgazar e incluso procedimientos quirúrgicos como el engrapado del estómago y la inserción dentro de éste de burbujas de plástico. Por desgracia, la obesidad no tiene una cura mágica.

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La única forma segura y sana de perder peso es restringir la ingestión de alimento energía, de modo que sea menor que la salida de energía. Esto obliga a organismo a tomar de sus depósitos de grasa las calorías faltantes, y dado que la grasa se moviliza y quema, el peso corporal disminuye. Esto puede lograrse mejor mediante una combinación de aumento en el ejercicio y disminución de la ingestión calórica para personas moderadamente obesas se recomienda una dieta de con 1.000 a 1.500 Kcal. La mayoría de los nutricionistas concuerdan en que la mejor dieta reductiva es una bien balanceada que aporte calorías, principalmente en la forma de carbohidratos complejos.

Existen diferentes causas que pueden generar la obesidad que pueden variar según la persona.

La mala alimentación o los hábitos alimenticios poco saludables son una causa muy frecuente de la obesidad, aunque el tipo de alimentación no afecta a todas las personas por igual. Cada organismo es diferente y reacciona de forma distinta ante la alimentación. También existen otros factores o causas que provocan la obesidad. La ingesta de alimentos en exceso, sobre todo de alimentos con un alto contenido de grasas saturadas y de hidratos de carbono.

A veces no hace falta comer en exceso para padecer de obesidad. Comer poco pero mal también puede ser una causa.

Es por todo ello que debemos procurarnos una buena alimentación para huir de la obesidad. Porque principalmente el problema estriba en la mala alimentación, además del ejercicio. Pero la clave está en mejorar la alimentación. Tanto en calidad, como en cantidad.